Un lugar con historia
Desde tiempos precolombinos
Estar en la Hacienda Huayoccari es participar de la historia de esta parte del mundo. Desde tiempos precolombinos hasta hoy este lugar se ha mantenido como foco de producción agrícola y núcleo cultural. Hace miles de años, sus pobladores quienes dibujaron cacerías de camélidos. Luego, el conocimiento agrícola e hidráulico de los Inca les permitió convertir esta parte del valle del río Vilcanota en una zona ideal para el cultivo más preciado de todos; el maíz blanco, el motor para el desarrollo del imperio Inca.
La familia Lambarri Orihuela
Durante la Colonia estos cultivos persistieron como haciendas. Huayoccari llegó a abarcar mil hectáreas, con cerros, lagunas y tierras de cultivo. Don José Orihuela Yábar, cuya familia establecida en el Valle Sagrado desde el siglo XVIII, la adquirió de la familia Montes de Peralta en 1916. El patriarca Don José Orihuela fue pionero en la exportación del maíz blanco, alcalde de Urubamba, diputado por la región y columnista en diarios limeños. Fue, además, un apasionado coleccionista de arte. Su hija, María Cristina Orihuela, y su yerno, Jesús Lambarri, continuaron con este legado, tanto en agricultura como en política, arte y filantropía. Jesús Lambarri fue gestor de la cooperativa de productores para la exportación del maíz blanco, alcalde del concejo provincial del Cusco y director departamental de la filial regional del Instituto Nacional de Cultura. Pero, sobre todo, continuó poniendo la colección familiar de arte y su biblioteca a disposición de quien compartiera su pasión por la historia y el arte del Perú. Ahora son sus hijos, nietos de Don José Orihuela, quienes custodian este legado.
Cambio y continuidad
Después de la reforma agraria en 1968, la propiedad, de tener dos mil has., quedó con 40 has. La relación de respeto y reciprocidad que siempre mantuvieron los propietarios con la vecina comunidad, permitió que se conservaran parte de esas tierras, a diferencia de lo ocurrido con la mayoría de las haciendas en el país. Así, la familia Lámbarri Orihuela, continuó cultivando maíz hasta la fecha. Se abrió la casa a los visitantes viajeros para compartir con ellos la experiencia auténtica de ser recibidos y atendidos como en casa, por la familia. Estamos orgullosos que desde sus inicios, el restaurante contó exclusivamente con la colaboración del personal proveniente de la comunidad de Huayoccari, a quienes se formó e incentivó en los quehaceres de los servicios turísticos que brindamos, hasta la actualidad.